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Blogs de Aventura en la Montaña

La psicología de la supervivencia al encontrarse perdido



La mayoría de nosotros jamás tendremos que enfrentarnos a una situación de supervivencia real tal y como la muestran algunos programas de televisión. No llegaremos al grado de comer grillos, gusanos o algún animal rastrero, ni dormir en un refugio improvisado cubiertos totalmente de nieve. Lo común en la práctica de las disciplinas como el montañismo o el excursionismo, es verse de pronto incomunicado y perdido por explorar o recorrer alguna zona apartada y desconocida. En otros casos, puede que el tiempo que teníamos programado para realizar alguna excursión, se haya visto afectado por no conocer totalmente el terreno o por las inclemencias del tiempo. Lo que provocaría que el regreso sea por la noche o en caso mas extremo, que se tenga que pasar la noche en el lugar. Para lo que en ambos casos, no estábamos totalmente preparados.


Aun y con las diferentes circunstancias que pueden darse, existe el riesgo de haber sufrido un accidente mínimo. Es claro, que nadie está totalmente preparado para enfrentarse al violento choque mental y emocional que supone encontrarse abandonado(s) y solo(s) en un lugar remoto. Las técnicas de supervivencia nos ayudarán a vencer al medio natural, pero los principales enemigos están dentro de nosotros: el pánico, la soledad y la desesperación. Para vencerlos, hay que conocer cómo funcionan y es de lo que te hablaremos a continuación.


La Voluntad


Debemos tener en cuenta que una situación como el haberse perdido, es una prueba de resistencia. Ante ello, quien jamás debe fallarnos es nuestra voluntad. Este es el factor más importante que nos permitirá tener una actitud psicológica fuerte, para poder enfrentarnos sin desfallecer, a la desesperación, la angustia, el tedio, el dolor, el hambre y la fatiga. Si no estamos mentalmente preparados para enfrentarnos con lo peor, tendremos pocas posibilidades de salir de esa situación lo más pronto posible y de la mejor manera.



Nuestro aliado el miedo y nuestro enemigo el pánico


Es imposible no sentir miedo cuando uno se encuentra aislado y perdido lejos de la civilización. El miedo es una reacción natural de todos los animales frente a elementos hostiles; una descarga de hormonas en la sangre que agudiza los sentidos y prepara el cuerpo para luchar o huir. En este sentido, el miedo es sin duda, beneficioso.


Pero la cara oscura del miedo es el pánico, el miedo descontrolado e irracional que conduce a la desesperación e impide analizar la situación con claridad y tomar decisiones correctas. Cuando percibamos que estamos entrando en pánico, debemos concentrar nuestro pensamiento en el análisis de la situación y las tareas que debemos realizar, eliminando de inmediato cualquier pensamiento autocompasivo o de desesperación.



Los enemigos silenciosos: la soledad y tedio


La soledad y el tedio llegan de forma gradual una vez que no actuamos de manera inmediata. Si nos sentamos a esperar (y no a pensar correctamente) la mente comienza a divagar, creándonos situaciones que no nos ayudarán en nada. Al contrario, con ellas, aumentará la desesperación y disminuirá la voluntad de salir adelante. Para no llegar a esta situación, se deberá tener la mente ocupada. Siempre existirán cosas que podemos hacer, desde preparar alguna fogata (si es necesario), analizar los eventos naturales a los cuales tenemos que prepararnos (noche, lluvia, frío, etc.) y que pueden convertirse en un peligro latente. Por eso, recomendamos elaborar un programa de acciones inmediatas para comenzar actuar lo más pronto posible.



La mejor arma es estar preparados


Aunque la mejor arma es estar preparados, nadie espera encontrarse en una situación de este tipo. Tener un plan de acción, aumenta nuestra confianza y mantiene nuestra mente ocupada. La primera acción, cuando notamos que nos hemos extraviado, debe ser sentarse y reflexionar tranquilamente buscando todos los indicios y señales que nos ayuden a situarnos. Los siguientes puntos pueden ayudarnos.


  1. Trate de no entrar en pánico y analice positivamente su situación, valorando las siguientes preguntas:

  • ¿Aun cuenta con suficiente agua y comida?

  • ¿Cuenta con un buen tiempo de la luz del día?

  • ¿Habrá que prepararse para el frío de la noche (lluvia, sol).?

  • ¿Hay necesidad de pasar la noche en ese lugar.?

  • Tenga presente que es muy probable que dure buen tiempo (a veces hasta horas) perdido, (si es el caso) no se desespere por no encontrar el camino inmediatamente.

  1. No actúe de prisa sin antes pensar bien las cosas. La conservación de la energía ahora es un factor más importante que el tiempo. El agotamiento por una actividad física sin un objetivo preciso provoca una situación de desamparo que socava nuestra moral. Por ello, todo lo que hagamos tiene que responder a un plan y un objetivo preciso.

  2. Preparase bien psicológicamente y actúe con optimismo. Cuando uno se encuentra extraviado puede caminar algunos cientos de metros y le parecerá haber caminado algunos kilómetros. Lo mismo ocurre con el tiempo, pudo haber caminado algunos minutos tratando de encontrar el camino y le parecerá haber caminado horas.

  3. Cuando volvamos a movernos para buscar la ruta correcta, debemos dejar algún tipo de marca en el terreno para asegurarnos de no dar vueltas en círculo inútilmente. Si el terreno lo permite, podemos subir a un punto elevado desde el que se domine la zona y buscar los accidentes geográficos más notables. Quizá podamos identificar algún rasgo característico del terreno que hayamos visto antes de perdernos. Si sospechamos que estamos muy cerca del camino correcto, debemos buscar una roca, árbol, u otro accidente cercano que se vea bien desde los alrededores y dar vueltas en torno a él haciendo una espiral cada vez mayor hasta que demos con el camino correcto.


Tus amigos de


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